Crónica hacia la libertad
Todo era espectacular. Los colores, las formas, sensaciones
nunca antes experimentadas, hasta los arboles parecían danzar al son del
viento, el azul del cielo nunca había sido tan brillante y nosotros... nosotros
juntos viviendo por primera vez la sensación de libertad.
El tren salía a las 15 horas, desde la estación de Palermo,
teníamos que apresurarnos, pero como siempre Sofía, tenía miedo de olvidar su
rostro y volvía hacia el espejo para echarse otro vistazo.
Nuestra primera salida sin padres, solo nosotros y nuestra
amistad, que está presente desde que estábamos en el vientre de nuestras
madres. La ansiedad de conocernos nos inundaba. Salimos de casa, Sofía corrió
detrás de nosotros. Llegamos a la estación, nos despedimos de nuestros padres y
nos sentamos en lo que iba a ser nuestro vehículo a la libertad.
Íbamos en el tren, todo parecía tranquilo, hasta que vimos
que la locomotora se desprendía de los rieles…
Definitivamente, nos sentamos en lo que iba a ser nuestro
vehículo a la eterna libertad.
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