miércoles, 14 de enero de 2015

Metamorfosis



Los días en el acuario eran cada vez más largos y lo peor de todo… iguales. Lo que empezó siendo una pasión para él, hoy era un calvario de 8 horas diarias, limpiando desechos y poniendo buena cara a niños mañosos y madres histéricas. Y en su casa, eso sí que era un sucucho digno de llamarse casa, porque eso no era un hogar.
El único momento en el que disfrutaba era cuando alimentaba a Federica, la pececita del lugar. El sentía que solo ella lo entendía, pasaría todo su tiempo con ella. Ese día llego tarde a casa, y cuando entro al baño se observó con sorpresa. Su cara estaba llena de escamas… Él sonrió.



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